El verano vuelve a nuestras localidades con las mismas intenciones año tras año: invadirnos de calor otra vez más para que sepamos que han llegado las vacaciones, las playas, las piscinas, los refrescos y el tiempo libre.
El verano es la temporada en que muchos emprendemos el viaje hacia ese pueblo que sólo vemos en un abrir y cerrar de ojos. Los amigos cada año son diferentes, tanto en el aspecto físico como en el psíquico, ya que las personas evolucionamos según las experiencias vividas, y a lo largo de un curso han podido ocurrir mil situaciones o problemas. Durante esta época, los sueños parecen estar más cercanos, ya que el deber de volver a los institutos o escuelas está tan lejos que creemos que todo es posible a lo largo de estos meses.
Pero hemos de ponernos las pilas lo antes posible, si queremos llegar a las metas que nos proponemos, ya que en un abrir y cerrar de ojos, puedes ver estos últimos llorar como tormentas de verano. Es tiempo de desmadre y descontrol para algunos: levantarse cuando el cuerpo ya no pueda permanecer más horas en posición horizontal; comer cuando te apetezca, es decir, cuando no duermas o no estés en un banco hablando con los amigos; o pasar largas horas en la piscina jugando a juegos sin sentido, con una pelota de plástico de cuatro duros.
En conclusión, todo menos aprovechar el tiempo. Hay quien dice que la felicidad va estrechamente relacionada con el tiempo de ocio que se tiene, no obstante, para disponer de él hay que haber cumplido antes las obligaciones.
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